sábado, 27 de febrero de 2016

Raúl Oscar de Souza, Avellaneda, Buenos Aires, Argentina



Una simple amiga


Un cruce de miradas. El hacinamiento en el micro no permitía otra cosa. Duró un breve instante, pero algo se sensibilizó en mí. Una especie de calor interno me invadió y recordé que estábamos en pleno invierno, uno de esos inviernos húmedos y destemplados de la Ciudad de Buenos Aires. Después, un intento continuo de reubicar tu rostro y, muy especialmente, esos ojos claros que habían desestabilizado mis emociones. Luego, una frenada y varios pasajeros que descendieron del rodado; entre ellos, vos. Como un desaforado, gané posición junto al chofer y solicitándole complicidad, logré apearme y quedé a pasos tuyo. Una sonrisa se dibujó de inmediato en tu boca, yo respondí poniéndome colorado de la emoción. En ese momento comenzó nuestra historia. La vida nos fue llevando por distintos caminos, vos siempre a mi lado: apuntalándome, cuidándome, complementándome. Yo, simplemente, amándote con locura. El destino hoy te llevó. También morí.

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