El quinto agujero
Después de vomitar una vez más, se incorporó sobre el lavabo y
contempló su imagen sudorosa en el espejo.
Sintió alivio al secarse la frente con la toalla y esbozó una ligera
sonrisa. Retrocedió un paso para ver su cuerpo entero: estaba pálida
y muy delgada, apenas tenía ya curvas. Como tantas otras veces,
desabrochó el cinturón de su pantalón e intentó llegar al quinto
agujero. No lo consiguió. Aún le faltaba. Volvió a acercarse al lavabo
y de nuevo introdujo los dedos en su garganta.
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