JIRONES
Se detiene la mujer delante del enorme y desgarrado cartel que anuncia la
venta de pisos y piensa que en qué hora compró aquella casa y malvendió su
apartamento. Todo pareció tan fácil y hermoso… Levanta la mano y rompe un
pedacito de ese cartel, es la costumbre de cada día, y camina un poco más allá,
hasta la protección de la luz de una farola, para intentar pagar al banco, otro
mes, esa maldita hipoteca con el sudor de su entrepierna.
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